jueves, 19 de julio de 2012

Democracia de mercado. Un oxímoron envenenado, de Miguel Sánz Loroño en Público

El gobierno de Mariano Rajoy ha puesto de manifiesto una contradicción maquillada en las últimas décadas. Hablamos del conflicto existente entre la democracia y la lógica de los mercados. El capitalismo combatió a la democracia durante todo el siglo XIX. Entonces, solo la aceptó a cambio de una sustitución de su contenido por el del liberalismo, en origen tan opuesto a la democracia como el propio capitalismo. En 1945 este liberalismo integró a la socialdemocracia en el sistema a cambio de protección social para los trabajadores. Tras el desafío de 1968, la economía se reestructuró y los mercados comenzaron a recuperar terrenos perdidos y a ganar otros desconocidos. En los años ochenta y noventa la idea de una alternativa desapareció. Y el oxímoron estadounidense “democracia de mercado” se hizo universal, creyendo que la libertad de elección en unos grandes almacenes equivalía a la libertad de una comunidad de iguales para decidir su destino.

El significado original de democracia, gobierno del pueblo bajo por sí mismo, parece incompatible con el imperio de los mercados. La primera implica el cuidado público de lo común; el segundo la existencia de una red global privada que se apropia de los recursos colectivos. Desde los orígenes del liberalismo hasta la campaña reciente contra Syriza, se ha venido usando el argumento aristotélico de la demagogia irresponsable para desacreditar la idea democrática. El éxito de la “democracia de mercado”, el más reciente término para desactivar a la democracia, solo se explica por la aparente falta de alternativa al neoliberalismo.

La crítica liberal al socialismo en los años cincuenta, que identificaba a la utopía con el espectro estalinista, fue releída por las revueltas de 1968 para desplegar su revolución del Deseo contra la Autoridad. En los años ochenta, una vez desactivado este desafío, se empleó la misma imagen como ariete del ataque neoliberal contra el estado keynesiano. El neoliberalismo halló en la “artificialidad” gris de la planificación soviética el motivo que permitió presentar al capitalismo como algo “natural” y receptivo a las demandas populares. La utopía se ligó al fantasma soviético del acero y del hormigón, desacreditando todas las alternativas posibles a la democracia de mercado. Se hizo creer que este oxímoron era un hecho natural y no un producto de la historia. De este modo, la alternativa se describió sin problemas como una Otredad represiva y grotescamente contrahecha. Uno prefería morir apuñalado en Nueva York que de aburrimiento en Moscú, al decir de Felipe González.

Pero la victoria de este discurso, sellada por el Consenso de Washington de los años noventa, se halla en retroceso. El enfrentamiento entre las demandas de la democracia y las exigencias de los mercados está dejando al descubierto las costuras del sistema creado treinta años atrás. La crisis de legitimidad en la que se ha instalado viene provocada por la incapacidad del bipartidismo para responder a la desposesión causada por la deuda. Ésta es la espina dorsal del capitalismo tardío surgido de los años setenta. La globalización, el desempleo estructural y el predominio de las finanzas desreguladas son sus características principales. En él, la deuda constituye el símbolo en el que se expresa la acumulación y desposesión a una escala global.

El gobierno de Mariano Rajoy habla el mismo lenguaje que los mercados. La libra de carne que el presidente les entrega es otro trozo de nuestros derechos sociales. El terreno que abandone el estado será ocupado -o no- por la iniciativa privada, con la consiguiente quiebra del sentido de comunidad y la exclusión –más grande si cabe- de diversos sectores de la sociedad. Los recortes de su gabinete suponen la renuncia explícita a la soberanía y a los compromisos sociales del estado de bienestar. Mariano Rajoy ha dejado claro de quién es el mandato por el que gobierna y al que obedece.

Pero la legitimidad, al igual que la soberanía, no puede ser compartida. Si el gobierno se pone del lado de los mercados es dudoso que continúe teniendo cobertura moral. Antes bien, es probable que, en caso de crisis parlamentaria, ceda el testigo a una tecnocracia apoyada por los dos partidos mayoritarios. Pero esto sería cualquier cosa menos una solución neutral. Si la diferencia ideológica entre izquierda y derecha se mide por el grado de resistencia a la desposesión capitalista, podemos decir que la tecnocracia es el gobierno más ideologizado y derechista de los presentes. Porque los famosos “deberes” suponen adoptar la visión de lo real que los mercados promueven. Éstos desean un gobierno capaz de hacer “atractiva” la inversión y pagar los intereses de la deuda, pero al hacerlo socavan con ello la capacidad de los estados para gobernarse a sí mismos y legitimarse ante su electorado. No por casualidad la tecnocracia es la opción predilecta del neoliberalismo. Le basta con la ley. La legitimidad electoral es prescindible.

La crisis de la deuda solo puede ser la del estado de bienestar siempre y cuando consideremos que ambas son un síntoma de algo más elemental y sistémico. Pues del mismo modo que no hay crisis de financiación del estado sin la existencia de paraísos fiscales, tampoco hay crisis de la deuda sin la presencia de la globalización desregulada de las finanzas. Esta crisis no se puede atribuir a que hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades o a un fallo moral colectivo. En absoluto. La razón última se encuentra en la posición que se ocupa en la estructura desigual y globalizada de la deuda mundial.

Allí donde hay desposesión, hay resistencia. Y con ésta surge la posibilidad y el imperativo de pensar la Diferencia. Esta crisis nos ha mostrado la totalidad del sistema. La conservación de los derechos sociales frente a la deuda nos enfrenta con la “democracia de mercado”. La deuda es un fenómeno mundial en el que no estamos solos. Es por ello que la defensa de lo común es el primer paso para construir una alternativa. Si la fuerza de las cosas tiende siempre a destruir la igualdad, escribía Rousseau, es preciso que la legislación deba tratar de mantenerla. Habida cuenta de la violencia y miseria que acompañan a estos recortes, no podemos sino perseverar en ese empeño. Quizá el búho de Minerva esté sobrevolando el atardecer del neoliberalismo. A partir de aquí habrá de ir más lejos.

Miguel Sánz Loroño. Investigador de la Universidad de Zaragoza.

FUENTE:  http://elcomentario.tv/reggio/democracia-de-mercado-un-oximoron-envenenado-de-miguel-sanz-lorono-en-publico/19/07/2012/
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miércoles, 11 de enero de 2012

¿Saldremos de todo esto en 2012?


EL MUNDO 11/01/2012


FELIPE FERNÁNDEZ-ARMESTO

El autor considera frustrante que el pasado año acabara sin respuesta para ninguno de los grandes desafíos globales

Critica a la actual clase política tanto de EEUU como de Europa, tachándola de incapaz para afrontar la crisis
UNO DE LOS estereotipos que tenemos los europeos de nuestros amigos estadounidenses es que carecen de un sentido irónico de humor. Ahora sé que es verdad. «En 2011 -dije hace unos días en CNN.com- no sucedió nada». A continuación me llegaron un montón de correos electrónicos de protesta, argumentando que, por ejemplo, en Dakota del Norte habían experimentado fenómenos meteorológicos extremos, que los Packers de Green Bay habían ganado la Copa de fútbol americano, que algunos -aunque dolorosamente pocos- de los desempleados de Scranton (Pennsylvania) habían encontrado trabajo, y que en Tuscaloosa (Alabama), Fulano de Tal se había enamorado.

Por supuesto, sucedieron muchas cosas a lo largo de 2011, algunas de las cuales fueron dignas de ser destacadas en los medios de comunicación, y quizá incluso alguna -ya veremos- en libros de Historia que quedan por escribirse, tales como los alzamientos antigubernamentales en varios países árabes, la crisis del euro, el comienzo de la retirada estadounidense en Irak, la dimisión de Berlusconi, el triunfo del Partido Popular en España, y las muertes de Václav Havel, Osama bin Laden, Gadafi y Kim Jong-il. En el caso de los movimientos indignados de protesta en varios rincones de Occidente, tales como la ocupación de Wall Street, el movimiento del 15-M en España o las manifestaciones contra la política de austeridad en Grecia, es posible que estemos ante acontecimientos capaces de lograr cierta resonancia y de tener consecuencias para el futuro.

Pero insisto en que el año pasado llamó la atención más por lo que no sucedió que por lo que sí llegó a pasar. No se respondió debidamente a la crisis del euro, sino que se ha dejado que se agrave sin intentar ninguna estrategia radical para evitarlo. No se hizo nada para mejorar el medioambiente mundial, sino que la Cumbre de Durban terminó aplazando las decisiones que todo el mundo sabe que son urgentes. No se solucionó la crisis financiera y económica mundial, ni se castigó a los culpables del desastre de 2008, sino que los peces gordos siguen engullendo sus provechos. No se resolvió el enfrentamiento entre Irán y las potencias occidentales a pesar del hecho incontestable de que la República Islámica es un país demasiado fuerte y demasiado peligroso como para dejarle abandonado en un aislamiento resentido. No se ha dado ningún paso adelante en el proceso de paz en Oriente Próximo ni en Afganistán. No se aprovechó la Primavera Árabe para evitar el choque de civilizaciones ni nutrir la democracia. No se llevó a cabo la iniciativa del presidente Obama para crear un Estado del Bienestar en Estados Unidos.

Pienso en el famoso cuento de Sherlock Holmes del problema curioso del ladrar del perro en la noche. «Pero es que el perro no ladró», comentó Watson. «Efectivamente», contestó Holmes, explicando que así se sabía que el perro conocía al criminal. A veces, lo que no pasa cuenta mucho. Para identificar al responsable del crimen, Holmes tuvo que reconocer el silencio del perro. Para comprender la actualidad del mundo, tenemos que explicar la ausencia de logros importantes en el relato de 2011. 

Mientras escribo estas líneas en Chicago, la ciudad hogar del presidente Obama, los rascacielos están surgiendo de la oscuridad de la noche, como gigantes altos y anchos de espaldas, para romper una madrugada de oro y topacio claro. En esta urbe inmensa y soberbia da la sensación de que toda ambición puede realizarse y de que todo esfuerzo, todo sacrificio, merece la pena. Es evidente, empero, que el gran impulso histórico que llevó este país a ser la única superpotencia mundial está tocando a su fin. La incompetencia de la clase política ha dejado estancado al Gobierno y ha arrestado al progreso. Cuando fracasó la propuesta presidencial de introducir un sistema de salud público financiado por el Estado, se acordó, con gran dificultad, en el Congreso y el Senado estadounidenses un esquema para aumentar modestamente el alcance del suministro de servicios de salud mediante subsidios a compañías aseguradoras privadas. Pero éste plan tampoco agradó a la derecha. Y se rechazó por la mayoría de los gobiernos o legislaturas estatales, que acusaron al presidente de querer imponer medidas «socialistas» e «inconstitucionales». Ahora el caso ha encallado en los tribunales, mientras los pobres siguen enfermándose y muriéndose.

Pasó algo parecido con los Presupuestos. Algunos políticos rechazaron cualquier intento de subir los impuestos de los ricos, a pesar de que Warren Buffet -supuestamente el billonario más rico del país- criticó abiertamente que en EEUU los ricos «pagamos un porcentaje menor que nuestras secretarias y camareras». Otros, del otro lado, se negaron a recortar el presupuesto social sin subir los impuestos. Por tanto, no se votó el Presupuesto de 2012.

Además, el valor de los bonos de EEUU ha bajado. Y el país ha perdido su ranking de primera clase en el mundo financiero. La situación recuerda un poco a la de las dos Españas históricas. Hay dos países dentro del Estado, incapaces de hacer concesiones recíprocas, ni de alcanzar soluciones intermedias, ni de fiarse uno del otro. No se trata solamente de la intransigencia de los partidos, sino también de la falta de entendimiento entre el Gobierno federal y los estados. Ambos apelan a los tribunales y ninguna parte, mientras tanto, puede poner en marcha sus propuestas legislativas.

La democracia no ofrece salida ninguna. Las elecciones se abandonan por millones de votantes y se compran por millones de dólares. El sistema se elaboró históricamente como un intento de evitar conflictos violentos, estableciendo un equilibrio entre los órganos ejecutivos, judiciales y legislativos, así como entre los estados y el Gobierno federal. Ahora, en lugar del equilibrio, nos encontramos atrofiados. La Casa Blanca no hace nada, sino echar la culpa a los demás, sencillamente porque está maniatada, no puede hacer nada.
En la Unión Europea la situación es parecida, con un sistema teóricamente consensual pero que en la práctica hace imposible que se puedan lograr los acuerdos precisos entre los 27 países miembros para hacer frente con eficacia a crisis tan radicales como la actual. El proceso político es esclerótico. Hasta cierto punto, la estrategia de no hacer nada y limitarse a imponer medidas de austeridad a los países más afectados, es acertada, ya que todos sabemos que el euro se salvará: es demasiado útil para descartarse, y los alemanes, a pesar de sus quejas, seguirán dispuestos a ayudar con las deudas de sus clientes para mantener un sistema que favorece tanto a sus propias industrias. Pero parece mentira que mientras tanto aguantemos cada vez más paro, más miseria y mayor degradación de la sociedad de bienestar.

Aquí tampoco parece que nuestra democracia valga mucho. En España mantenemos la ilusión de que el nuevo Gobierno sea mejor que el anterior, aunque la verdad es que la solución a la crisis, si la hay, sólo la encontrará el conjunto de la UE, con la colaboración de todas las grandes potencias económicas del mundo, y no está desde luego en manos de tal o cual gobierno nacional. Ahí están los ejemplos de Grecia e Italia, hoy con gobiernos tecnócratas que han sustituido a los anteriores, incompetentes pero elegidos por los ciudadanos.

ME TEMO que los políticos han cedido el mando a los tecnócratas no porque aprecien el talento de éstos, sino para tratar de quedar absueltos de las consecuencias de sus propios fracasos. Cuando haya acabado la crisis, los payasos y prestidigitadores volverán a dominar la arena. La pobreza de la democracia francesa se pone manifiesta en el hecho de que los votantes tendrán que elegir entre Sarkozy, un pisaverde sin principios ni capacidad autocrítica, y François Hollande, una vieja gloria ineficaz e ideológicamente tachado. En Estados Unidos también, parece mentira que tan pocas personas honradas y capaces se presenten para conquistar la Presidencia. Hemos tenido que sufrir un desfile ridículo de truhanes y volatineros, como Rick Perry, que ni pudo acordarse de los ministerios que prometía suprimir, o Hermann Cain, quien ni sabía dónde esta Libia, o Michele Bachmann, que aconsejó sinceramente al presidente Obama que no se involucre en aventuras militares ¡en Australia! Ahora uno de los candidatos más votados en las primarias del Partido Republicano es Rick Santorum, que se declara dispuesto a bombardear a Irán. El único consuelo es que si llegara a ejercer la Presidencia, no podría cumplir con sus promesas ni amenazas por la misma inercia e ineficacia del sistema.
«¡Que experimentes tiempos interesantes!», reza una antigua maldición china. Nosotros habitamos tiempos torpes y embotados y salimos igual de malditos. ¿Cómo vamos a superar la inercia que es la herencia de 2011? ¿Cómo vamos a salvar la paz, la civilización, la economía, el planeta? ¿Suspendiendo la democracia, sustituyendo a los políticos, sucumbiendo a la tecnocracia, zambulléndonos en la revolución, rellenando nuestros abrevaderos de la sangre de las elites fracasados? Tal vez más conviene resignarnos afablemente a vivir otro año en que no suceda nada.

Felipe Fernández-Armesto es historiador y titular de la cátedra William P. Reynolds de Artes y Letras de la Universidad de Notre Dame.

lunes, 9 de enero de 2012

Los ‘millennials’ y sus padres

Pablo Salvador Coderch, catedrático de Derecho Civil en la Universitat Pompeu Fabra
EL PAÍS, 08/01/12

Los demógrafos llaman millennials a los nacidos entre 1982 y 2000. Nosotros, los denominados baby boomers, somos sus padres y llevamos tiempo batiéndonos en retirada. No deberíamos.Muchos millenials creen que el paro es su primer problema vital. No es así: nosotros lo somos. El excepcional dividendo demográfico que benefició a nuestra generación, cuando había mucha gente adulta pero pocos abuelos, se ha agotado y no volverá.

En España, la diferencia entre el número de las personas nacidas en 1952 y en 1982 es de 77.000 a favor de las primeras. Pero la que media entre los nacidos en 1970 y en 2000, respectivamente, es de 266.000. Así, habrá cada vez más baby boomers jubilados o dependientes a cargo de menguantes cohortes demográficas de millennials.

Por ello, habremos de retirarnos más tarde de lo que previmos, algo que todavía muchos europeos de nuestra generación se niegan a aceptar, pero que cualquiera de nosotros que no tenga un empleo extenuante debería asumir. La burbuja demográfica ha estallado y no tenemos ningún derecho a hacer pagar las consecuencias a nuestros propios hijos.

El desempleo es ciertamente el segundo problema de los millennials, particularmente en España, donde la tasa actual de paro es entre dos o tres veces mayor que en Europa Occidental: los españoles contamos con menos del 15% de la población de la eurozona, pero tenemos el 30% del paro.

De nuevo, nosotros los baby boomers hemos de dar ejemplo, pues quienes tenemos un trabajo creemos que es para siempre, y bloqueamos el acceso al empleo a quienes carecen de él. No soy diputado a Cortes, solo funcionario, pero algo puedo proponer para desbloquear mi plaza vitalicia: dejo aquí y ahora constancia de que mañana mismo renunciaría a mi cátedra en propiedad si me ofrecieran la posibilidad de concursar a otra por contrato y los concursos fueran a basarse exclusivamente en el mérito y la capacidad. Algo habré de dejar hecho por mis propios hijos.

Ahora bien, parte del esfuerzo habrá de provenir de ellos mismos. Están, desde luego, mucho mejor educados de lo que lo estuvimos nosotros, pero en su formación se observan dos brechas: la primera, el elevado nivel de fracaso escolar en la educación obligatoria; y la segunda, el reducido número de titulados en enseñanzas profesionales de grado superior si se compara con el de estudiantes universitarios por 1.000 habitantes, superior en España al de casi todos los países europeos más desarrollados.

Los profesores de universidad de mi generación, desfachatados baby boomers, cometimos pecados sin cuento y tan pronto como se puso de manifiesto la caída demográfica en las nuevas matrículas de estudiantes y aterrados ante la posibilidad de que se amortizaran nuestras plazas de profesor, forzamos grados de Bolonia de cuatro años, tumbando los de tres, que hacían mucha más falta.

Tampoco acertaron nuestras débiles autoridades educativas a la hora de entusiasmar a empresas y centros de enseñanza para ofrecer conjuntamente ciclos formativos superiores atractivos. Ahora los recursos se han de destinar a combatir precozmente el fracaso escolar caso por caso y a reeducar a nuestros adultos sin empleo. Si en los próximos 10 años conseguimos rescatar a la mitad de quienes se han quedado en puertas de la empleabilidad, la generación de los millennials triunfará.

Y lo hará, seguro. Hay motivos para el optimismo. Uno es que, como ha escrito un baby boomer, Bill Gates, nunca antes en la historia había habido tanta gente joven tan bien formada, tan capaz de innovar y de romper por tanto con la línea plana de tendencia que nos deprime: los cambios llegarán. Otro lo verán si emprenden un viaje imaginario: cuelguen un mapa de Europa Occidental en la pared, aléjense unos metros y arrojen un dardo sobre él. Vean entonces cuál es la ciudad más próxima al blanco. Es una ciudad maravillosa, dotada de unas infraestructuras excepcionales y de una calidad de vida envidiable. Repitan la experiencia sobre el resto de los continentes y comprobarán que los aturdidos europeos de hoy en nada tenemos que envidiar a casi nadie: 25 de las 50 mejores ciudades por calidad de vida, según el afamado ranking de Mercer Consulting, se encuentran en Europa. Madrid y Barcelona están ahí y Valencia figura como una de las 10 ciudades preferidas por la guía Lonely Planet. Los millennials, hijos nuestros, saben que Berlín está a 150 euros de Madrid en avión. El mundo quiere ser como Europa y Europa despertará gracias a los millennials. Sed bienvenidos.

lunes, 3 de octubre de 2011

Los niños que vienen. La desaparición de la infancia

JORDI SOLER EL PAÍS 06/03/2011

 
El cuento original de La Cenicienta, el que escribieron los Hermanos Grimm, es una historia dura y violenta que Walt Disney metamorfoseó en ese cuento suave, sin sangre ni realismo sucio, que ha llegado hasta nuestros días. La versión de la Cenicienta que finalmente se ha impuesto es la hermoseada, la pasteurizada, la falsa, vamos; y se ha impuesto por los enormes recursos de la compañía Disney, pero también porque se trata de una versión menos violenta, más adecuada para estos tiempos en los que se piensa que los niños deben vivir en un mundo idílico, poblado de seres risueños como Pocoyó y al margen de la violencia, que es parte consustancial del mundo. Quizá la violencia controlada, aislada dentro de un mecanismo de ficción, sea la forma más sensata de informar al niño sobre la realidad que se le viene encima; y en todo caso será mejor que la forma en que los niños suelen enterarse del lado salvaje de la vida, sin ningún preámbulo ni paliativo pasan de Pocoyó a los cadáveres sanguinolentos que presentan, a medio día, los noticiarios de la televisión.

La infancia está desapareciendo por la vertiginosa facilidad con que se obtiene el conocimiento

A la Cenicienta original se le muere su madre en el segundo párrafo y para el tercero ya su padre se casó con otra mujer, que tiene dos hijas, las hermanastras que le hacen la vida imposible a la pobre huérfana. Más adelante, cuando el príncipe llega a casa de Cenicienta, con la intención de probar a quién le queda el zapato que perdió su amada, salen las hermanastras y, con tal de casarse con él, meten a fuerza su pie en el zapato y, para conseguirlo, la mayor se corta el dedo gordo, siguiendo este consejo materno: "córtate el dedo, cuando seas reina no necesitarás ir más a pie". El príncipe muerde el anzuelo, se la lleva en su caballo, pero a mitad de camino se da cuenta de que el zapato de la muchacha está lleno de sangre y pronto averigua que esta se ha automutilado. Al final, Cenicienta se prueba el zapato y, igual que en el cuento de Disney, se casa con el príncipe y vive muy feliz. El cuento que escribieron originalmente los Hermanos Grimm, da más juego a la imaginación de un niño, le amuebla mejor el pensamiento, lo enfrenta con valores universales como la dignidad y la justicia, le enseña vívidamente las cloacas de la avaricia y la ambición, y lo va preparando para hacerse cargo de eso que inevitablemente le espera: la vida real.

Los libros, y la infinidad de mundos que estos contienen, han jugado un papel crucial en la historia de eso que llamamos infancia, y su recorrido a lo largo del tiempo, puede darnos una idea aproximada de lo que nos espera frente a esta nueva criatura que son los niños de hoy.

Después de la caída de Roma, el uso del alfabeto se contrajo hasta el punto en que la gran mayoría de la población dejó de leer y escribir, y los libros, y su escritura, pasaron a ser materia exclusiva de los especialistas. Los libros eran muy caros, un volumen costaba el equivalente a mes y medio del salario de un artesano, y con frecuencia les faltaban páginas o eran copias falsas.

Neil Postman, en su ensayo The disappearance of childhood, sitúa este periodo de oscuridad, que fue propiamente la Edad Media, en el milenio que pasó desde la caída del imperio hasta la invención de la imprenta, momento en el cual la gente comenzó a tener nuevamente acceso al conocimiento escrito, a las ideas y a los conceptos que, desde entonces, han ido forjando nuestra civilización. Entre los conceptos que se tragó aquella época de oscuro analfabetismo, estaba el de niñez, el de infancia, porque durante toda esa época oscura el niño, como lo conocemos hoy, no existía.

Los niños vivían con los adultos y compartían con ellos todos los momentos de la cotidianidad, oían y veían de todo, escenas violentas o ridículas, agrias discusiones familiares, vívidas escenas de amor carnal; el niño, según dictaba entonces la Iglesia, podía razonar y comportarse como adulto a partir de los siete años, la edad en que, según esto, una persona puede distinguir el bien del mal (a la luz de las noticias sobre curas pedófilos que últimamente van apareciendo no sería de extrañar que, la figura de adulto de siete años que proponía la Iglesia, llevara un doble propósito).

En este periodo oscuro de la humanidad los adultos perdieron, frente a los niños, todo ese universo de conocimiento que encerraban los textos escritos, y que se recuperaría con la aparición de la imprenta; la diferencia entre un niño y un adulto, basada en lo que este sabe y el otro ignora, quedó abolida en ese periodo; como niños y adultos sabían lo mismo, el concepto de infancia era, sencillamente, inaplicable. Hay otros motivos, por supuesto, como el altísimo índice de mortalidad infantil, o la enorme dificultad para sobrevivir en aquel mundo oscuro, que no admitía la exquisitez de tratar como niño a un niño.

La desaparición de la niñez en aquella época, y su posterior reinvención, gracias a los libros, es una hermosa evidencia de la utilidad que tiene la palabra escrita. En cuanto los adultos recuperaron las ideas, los conceptos, las aventuras y los paisajes de que están hechos los libros, en cuanto se realfabetizaron, adquirieron ese conocimiento que volvió a situar a los niños en su lugar, en ese territorio protegido donde paulatinamente se les va suministrando la información que necesitarán para, en el futuro, convertirse en adultos.

Neil Postman, que fue alumno de Marshall McLuhan, observaba hace 30 años que los niños empezaban a estar demasiado informados, que la televisión les presentaba, por ejemplo, un noticiario donde se enteraban de las atrocidades que sacuden al planeta; enterarse de un robo, de una violación o de una guerra los hace ver de golpe que los adultos no tienen ningún control sobre la vida, o cuando menos que la vida que les espera no tiene nada que ver con su mundo infantil.

Ahora pensemos en el torrente de información, a la carta, que hoy ofrece Internet; cualquier niño, frente al teclado de un ordenador, tiene acceso a todo el conocimiento que durante siglos lo había separado de los adultos; desde cierto ángulo, el que proponía Postman, la infancia está volviendo a desaparecer; si en la Edad Media desapareció por la ignorancia y el analfabetismo de los adultos; ahora desaparece por la vertiginosa facilidad con que los niños obtienen el conocimiento; adultos y niños, nuevamente, volvemos a saber lo mismo; los adultos se infantilizan, y si no mire usted a su alrededor, y los niños se vuelven mayores cada vez más rápido.

Lo que puede hacerse al respecto es muy poco, se trata de la vida que se nos echa encima. Queda observar con atención, cada quien a los suyos, e ir improvisando una estrategia, como quién toca un solo de saxo.
Jordi Soler es escritor. Su último libro es La fiesta del oso (Mondadori).

Internet de luces y sombras


Por Hernán Dinamarca
Impactos existenciales, cognitivos,
comunicativos y sociales de las TIC.
Si la Red todo lo cobija, si es la memoria global de la humanidad y es también su mega-conciencia en acto, pues bien, siendo así, obviamente que la Red no puede dejar de ser un reflejo-espejo de la propia complejidad del cerebro y de la conciencia humana, con sus luces y sombras. Estos conceptos integran el análisis del doctor en comunicaciones Hernán Dinamarca en un excelente trabajo publicado en el último número de la revista mexicana, especializada en comunicación, Razón y Palabra.

Un desafío histórico y cultural: ¿cómo vivir con las TIC?
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en las últimas décadas se han expandido de manera vertiginosa. El hecho es de un impacto existencial (y uso este concepto por sus implicancias aún abiertas en la vida individual y social) con pocos precedentes en el devenir de la cultura, tal vez la introducción de la herramienta, tal vez la imprenta podrían servir como analogías históricas.

Sin duda se trata de una revolución, pues las TIC subvierten todas nuestras prácticas y miradas. El cuerpo y corazón de las TIC, la Red de redes que es Internet, metafóricamente podría describirse como un omnicerebro de la diversidad y complejidad humana. He aquí un solo dato, que evoca misterio por lo demás, a la actual tasa de expansión de Internet para el año 2019 se proyectan 1.000.000.000.000.000 de interconexiones electrónicas de computadores (Vídeo Futuro de Internet, 2009. www.youtube.com).

La extraordinaria cifra es similar a la cantidad de sinapsis neuronales - interconexiones también eléctricas que potencialmente ocurren entre las células del cerebro de un individuo de la especie. Y este es precisamente el potencial cultural más asombroso e inasible abierto por las TIC en la deriva del ser humano: que ambas macro-sinapsis a la vez se encuentran entre si en sinapsis cibernética: esto es que el cerebro humano se retroalimenta (cambia en consecuencia) con el omnicerebro que es la Red Internet.

La tecnología como extensión y prolongación de nuestros cuerpos y sentidos ha sido el sueño cultural más logrado en el devenir de hombres y mujeres. En occidente, uno de los ejes del paradigma social moderno fue poner la racionalidad científico instrumental al servicio expreso de las aplicaciones tecnológicas: de ahí el singular poder expansivo de la técnica.

Tanto poder, que a finales de la modernidad hemos explorado el microcosmo y macrocosmo y con las TIC estamos ampliando nuestras capacidades mentales y potencialidades comunicativas a límites aún insospechados.

En ese marco conceptual, es sugerente la interpretación que hace Joan Mayans iPlanells en su ensayo "Metáforas Cyborg" acerca de dos películas fundamentales para entender la expansión tecnológica de las últimas décadas. Escribe: “Blade Runner desafiaba la frontera de lo intrínsecamente humano y The Matrix jugaba con la frontera de lo intrínsecamente real”. (Mayans i Planells, Joan, 2002) Y claro, pues si la tecnología es la extensión de los sentidos, las TIC sin duda amplían el campo de profundidad y comprensión de lo que es y puede llegar a ser lo humano.

Por ejemplo, con la biotecnología, y es la metáfora de los androides en Blade Runner, lo humano potencialmente podría ampliarse, así como con las TIC, y es la metáfora de The Matrix, lo real es lo virtual y lo virtual es lo real. Tan real es el ser humano como lo es el ser animado virtual, tan real es el individuo orgánico como su avatar, pues ambos están e inciden en el mundo. Lo Real, pos TIC, incluye lo real tradicional y lo real virtual.

Las TIC emergen de la organización humana y hoy son parte constitutiva de la misma. Lo son en la familia, en las empresas, en todo tipo de instituciones, estados, comunidades y en las redes planetarias. Una sumaria descripción de las organizaciones nos revela que estas son sistemas y personas con sus emociones, pre-juicios, cuerpos y memoria-historia, cuya estructura son las partes en una interacción dinámica que es condicionada y condiciona al todo organizado; las organizaciones son colaboración, ya que más allá de la realidad de la competencia, sin una activa cooperación diaria entre los sujetos las organizaciones se autodestruirían; finalmente son comunicación, que es el acto de dejarse sentir unos a otros, en tanto toda organización debe poner en común lo que es su propósito: un objetivo compartido. Y este último ámbito, las comunicaciones, que es el corazón de las organizaciones, es el que está siendo subvertido por las TIC. Ergo, si las TIC revolucionan a las comunicaciones, lo subvierten todo en las organizaciones: a las personas, al sistema, a la cooperación y la competencia.

Por eso, ante la radicalidad de su impacto, el núcleo del actual desafío cultural a que asistimos es empezar a vivir la expansión de las TIC de una forma reflexiva, responsable y crítica. Lo escribo así, porque hasta ahora, inmersos aún en una cultura que ha mitificado a la técnica (como lo ha sido la sociedad moderna occidental), la nueva experiencia que nos traen las TIC la hemos vivido en una fascinación acrítica, deslumbrados antes sus luces y ciegos ante sus sombras.

Neil Postman, ex Director del Departamento de Cultura y Comunicación de la Universidad de Nueva York, ha resumido notablemente este problema y desafío socio-cultural. En su "primera advertencia" sobre el cambio tecnológico escribe que “todo cambio tecnológico implica un trato faustiano. La tecnología da y la tecnología quita. Quizás la mejor manera de expresarlo sería diciendo que la pregunta “¿qué va a deshacer esta nueva tecnología?” es igual de importante que la pregunta “¿qué va a hacer esta nueva tecnología?” (Postman, Neil, 2004a).

Esta pregunta, pese a su seriedad, hoy casi nunca es formulada. Y es urgente y necesario empezar a hacerlo. No podemos sustraernos de nuestro libre albedrío y conciencia. Es una responsabilidad humana el por qué, el cuánto y el cómo ampliamos nuestros sentidos, es decir, cómo usamos la tecnología. Haciendo una analogía con la revelación que nos han hecho todas las tradiciones espirituales y también el p sicoanálisis, esto es que cada hombre y mujer somos en unidad una luz y una sombra que nos acompaña, hoy podemos afirmar que las TIC, en ambigua unidad, conllevan sus propias luces y sombras. El omnicerebro que es Internet, al igual que el cerebro humano, tiene su luz y su sombra. De ahí, reitero, que el desafío humano es vivir en organizaciones que se hagan cargo responsablemente de esta complejidad intrínseca a las TIC.

Este ensayo busca contribuir a este incipiente, al menos en la esfera pública, y necesario debate. Lo escrito hasta ahora es el problema, en el apartado 2 intento una caracterización histórica y general de las TIC, así como algunas sombras de su vertiginosa expansión; en el 3 abordo los ecos existenciales de las TIC y en el 4 sus impactos políticos y sociales, en ambos casos con sus luces y sombras; y en el apartado 5, a manera de epilogo, concluyó con algunas reflexiones sobre el actual desafío cultural ante esta ambigüedad implícita en las TIC.





A la memoria de la red Internet cada uno de nosotros accede a través de un proceso de interconexiones simultáneas. Esto no es trivial, pues progresivamente debería implicar un cambio cualitativo en las nuevas generaciones que están aprendiendo a pensar con las TIC, ya que la simultaneidad, la interfaz gráfica y el hipertexto favorecen una nueva manera de pensar integrativa, sistémica, no lineal, que podría estar mejor preparada para lidiar con la complejidad real del mundo.  

Por lo mismo, a diferencia del pensar lineal –causal y de izquierda a derecha-, propio de la época histórica moderna, que emergió y se ha desarrollado junto a la imprenta, la nueva manera de pensar que anuncia Internet y que ya se aprecia embrionariamente en las nuevas generaciones, es cada vez más no lineal, integrativa y sistémica, en ese sentido más emparentada con la cultura oral  –no lineal- que con la cultura escrita –lineal-.




El reciente y expansivo devenir de las TIC
 
Las TIC son igual a informática, telecomunicaciones y tecnologías audiovisuales. Las TIC configuran una sociedad caracterizada por el uso extensivo de éstas y por su integración operacional, en tanto toda la información tiende a confluir a la pantalla del computador y lo hace en un mismo código o lenguaje digital (en bit, que es una contracción del inglés binary digit: es la unidad, pedazo, trozo, que designa la cantidad elemental de información: 0 ó 1 en lenguaje digital.

Las TIC están imbricadas dialécticamente con otras dinámicas centrales y tendencias conductuales de la sociedad contemporánea. Enumero algunos ejemplos.

Primero, son un efecto de la ciencia, pues son tecnologías que derivan de las aplicaciones científicas, y son una causa, pues aceleran la evolución de la ciencia con sus enormes posibilidades de manipulación e intercambio de información.

Segundo, son causa del proceso de globalización
, en tanto su rol central en las dinámicas de intercambio informativo y económico planetario, y son un efecto, ya que necesariamente se expanden debido al proceso de globalización.

Tercero, son paradójicas, pues aumentan en forma inconmensurable los flujos de información, pero a la vez la saturación genera “ceguera informativa” (los árboles no permiten ver el bosque) y también dejan obsoletos algunos conocimientos y debilitan el ideario de la sabiduría humanista.

Cuarto, revolucionan el pensar y el lenguaje, pues traen nuevas maneras de pensar y nuevas hablas y eliminan otras.

Quinto, subvierten emociones y valores, pues potencian unas e inhiben otras. En suma, las TIC inciden en todos los aspectos de la vida individual y social: instauran una red en el trabajo humano, una red intra- organización y una red entre organizaciones, alteran el ocio y el arte, e impactan en nuestras relaciones, en la percepción del mundo y en el pensar.

Las TIC se imbricaron en nuestras vidas
 
La tendencia, como dije antes, es hacia la integración de las TIC en la más revolucionaria de sus propias creaciones: la red Internet que sobre la base de las interconexiones de computadores permite acumular y manipular todo tipo de información. Internet es la sociedad humana en red.

Internet, como casi todas las grandes creaciones e idearios humanos que hoy nos impactan, se desarrolló a partir de los años setenta del siglo XX.3 El antepasado de Internet es el Arpanet creado en 1969 por iniciativa del Ministerio de Defensa de Estados Unidos. En estas reflexiones que tratan sobre cómo asumimos creativa y responsablemente esta nueva experiencia, porque eso es la Red de redes, es conveniente destacar que en términos históricos estamos hablando de un hecho tecnológico extraordinariamente reciente.

Con posterioridad a 1969, la Red fue desarrollándose al ritmo de una dinámica interactiva entre la investigación científica y tecnológica universitaria, los programas de investigación militar de los Estados Unidos y la contracultura radical libertaria de los años sesenta. Esta última, menos pragmática que las dos primeras, en el proceso fue propiciando un instrumento con mayor autonomía en relación al Estado y las grandes empresas, lo que hasta la fecha ha determinado en gran medida su arquitectura de gestión basada en la libertad de acceso y la cooperación. (En paréntesis, este modelo libertario fue en última instancia el cuestionado recientemente con el acoso desde el poder al sitio WikiLeaks tras la publicación de cables diplomáticos de Estados Unidos.

Por eso de inmediato se desató la primera guerra informática entre el antiguo orden establecido versus la nueva cultura que nació de las TIC. Ante el intento del poder económico y politico -algunas grandes empresas y gobiernos- por expulsar de la red al sitio, los internautas de la transparencia, los hackers activistas -autonominados Anonymous- iniciaron la "Operación Venganza" contra los sitios de PayPal, MasterCard, Visa y Amazon, empresas que habían cerrado las cuentas de WikiLeaks.

Estamos tratando que Internet se mantenga como un lugar libre y abierto, como siempre ha sido. El problema es que en los últimos meses y años hemos visto cómo los gobiernos están tratando de coartar nuestra libertad en Internet", aseguró en esos días a la prensa el profesor de sistemas de información en la IE Business School de Madrid, Enrique Dans) (Fuente BBC Mundo)

A finales de los ochenta e inicios de los noventa se inicia el uso socialmente expansivo de la Red. La miniaturización creciente del hardware (equipos) y la creación y comercialización masiva de software (programas y sistemas operativos que perfeccionan y uniformizan la interfaz gráfica, además del e-mail y la Web) fueron consolidando a estas nuevas máquinas - cerebros programables. La seducción que empezaron a ejercer sobre sujetos y organizaciones fue imparable: cómo no, si pueden hacer tantas cosas en un “diálogo” virtual con el ser humano, con quién juegan, trabajan o le ayudan en complejas tareas expertas.

Hoy ya todo confluye al ciberespacio, una realidad virtual en red, cuya ubicuidad es en el éter, casi inmaterial. Una Red portadora de una comunicación digital que en simultáneo está en todas partes e integra a todos los signos (escritura, sonidos e imágenes) en el hipermedia, en el hipertexto, y además en interactividad entre sus medios - máquinas, los programas y el ser humano. Recién escribí casi inmaterial, ya que en rigor la red está formada por líneas telefónicas, analógicas o digitales, por fibras ópticas de un micrón de diámetro, por cables, por satélites. Como se lee, la red inmaterial es también material, concreta, y a lo largo de tales materiales, bajo los mares y en los cielos, circulan paquetes de bits.

Antes de continuar, precisemos algunos conceptos que hoy son de uso cotidiano. Primero, Internet cuenta con el sistema de direcciones global de los protocolos de comunicación TCP/IP (Transmisión Control Protocol/Internet Protocol). Segundo, Internet en rigor es extranet e intranet. Extranet es la red de redes (es lo que solemos llamar Internet), protocolizada, que se hace y rehace. Intranet, con igual protocolo, es una red siempre acotada, intra a una organización. Claro que como el límite entre extranet e intranet es difuso y móvil, los analistas prefieren hablar sólo de Internet. Las intranets, redes no globales, están siempre limitadas al interior de una empresa, una ONG, un municipio, universidad, por ejemplo; pero suele estar enlazada con extranet (Internet), se puede “salir” por decirlo de alguna manera, lo que suele no ocurrir es que se pueda ingresar desde “afuera”, desde la Red de redes, a la intranet.

Algunas cifras sobre su desigual e imparable expansión
Al finalizar la primera década del siglo XXI, la población mundial ronda los 7.000 millones de personas y la expansión de las TIC sigue a gran velocidad en todas las geografías y en todos los ámbitos de la vida social. El abaratamiento de los productos tecnológicos y su carácter cada vez más amigable para el usuario, facilita la expansión de las TIC en todos los sectores socio- económicos y culturales. Sin duda, asistimos a su masificación (lo dicen las cifras), pero también este proceso aún es geográfica y socialmente desigual (también lo muestran las cifras). Veamos.

Según la consultora especializada Forrester Research, la cantidad de computadoras utilizadas en el mundo el año 2008 superó los mil millones de unidades. Llevó 27 años llegar a esa cifra, pero en sólo otros cinco se llegará a los dos mil millones.4

El mismo 2008, el porcentaje de los hogares con conexión a Internet alcanzaba a un 94,1 en Corea, un 82,9 Holanda, un 78,5 Suecia, mientras que en el otro extremo Turquía llegaba a un 1.7 por ciento. La mayoría de los países evaluados (aproximadamente 40 con economías medianas y grandes) oscilaban en un rango entre 61.7 en USA, 55.7 promedio para los países de la OCDE y 44.5 España.

La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), una agencia técnica de la ONU, indica que 23 de cada 100 personas en el mundo utilizan la red, aunque la llamada "brecha digital" es muy clara, pues mientras los usuarios de esa tecnología en Europa y América como promedio superan el 40% de la población, en Asia es cerca del 15% y en África es menos del 5%. La misma UIT informa que en el mundo hay 4.000 millones de suscripciones a la telefonía móvil, pero en África abarca sólo a un 28% de la población, en Asia al 38%, en América el 72% y en Europa el 111%.

El Foro Económico Mundial ha venido midiendo desde hace años cómo los países aprovechan las oportunidades que brindan las TIC. En el análisis consideran el entorno, que mide el grado en que el ambiente general del país fomenta el desarrollo de las TIC; la preparación, que mide el grado en que los agentes (individuos, empresas y gobierno) están preparados y se interesan en las TIC; y el uso, que mide el grado en que los agentes utilizan activamente las TIC en términos de productividad y eficiencia. El Ranking Global de Tecnologías de Información 2009 - 2010 midió a 133 países de todo el mundo, quedando como líderes Dinamarca, Suecia, Estados Unidos y Singapur, en una posición de desarrollo avanzado a intermedio se encuentran países como Chile (40 en el ranking) India, Colombia, Grecia y Brasil (60), y entre los países de menor desarrollo de las TIC aparecen Bolivia Etiopia, Zimbabwe, Chad, Paraguay, Nicaragua, Cambodia y Nepal.

Como lo indican las cifras, co-existen las luces de la expansión con una doble sombra. Primero, la sombra de la desigualdad social en el actual acceso, cuya proyección en el tiempo debería ser a la inhibición de continuar la tendencia a la democratización o masificación en el acceso a las TIC. Segundo, una sombra que adquirirá cada vez más presencia en el futuro, me refiero a la barbarie en el uso o el hecho que las desigualdades se continuarán expresando en cuanto a alfabetización digital y aprovechamiento de las potencialidades de las TIC. Seguramente los países con mejor Índice de Desarrollo Humano, según la conceptualización que hace el PNUD5 aprovecharán mejor las luces de las TIC, mientras los países con menor Desarrollo Humano serán más impactados con sus sombras (esta línea de búsqueda investigativa es interesante, por ahora -sobre la base de simples observaciones- intuyo que al menos en Europa el uso de las TIC es más reflexivo y sereno que en los países del sur, que imitan a destajo y que están obnuvilados con las TIC, Chile más que otros incluso). Eso a nivel comparativo entre estados - naciones. E intra-naciones, la desigualdad de uso también tenderá a alinearse con las desigualdades sociales y educativas.

De la imprenta a internet. Ecos existenciales de las TIC***
 
Con las TIC, en especial con la Red de redes, asistimos a un cambio radical en la manera de generar sentidos (recordemos que cada texto, cada bit codificado de información, es un sentido para quien lo decodifica desde su propio sentido), en la manera de acumularlos, de distribuirlos y de reflexionar y pensar sobre ellos. En consecuencia, se trata de un impacto intenso en la conciencia humana, por ello le califico de existencial.

La red Internet, en la actual transición histórica modernidad - posmodernidad, está implicando un impacto vital tan intenso como lo fue la extensión de la imprenta durante la transición Edad Media - Época Moderna. Igual que ayer la subversión de la imprenta nos permitió interconectarnos más y cambiar la mirada, hoy la subversión de Internet, interconectándonos más aún, nuevamente nos lleva a cambiar, acelerar y multiplicar nuestra mirada.

Cuando Marshall McLuhan intuyó que "el medio es el mensaje" nos invitaba a comprender que cualquier tecnología que actúa como medio y/o como soporte comunicativo impacta nuestros cuerpos, nuestras mentes y emociones. Cualquier tecnología comunicacional, al codificar y decodificar el mundo, siempre abre y/o cierra mundos. "El cambio tecnológico no es aditivo, es ecológico. Un nuevo medio no añade algo, lo cambia tododespués que se inventara la imprenta, no teníamos la vieja Europa más la imprenta, teníamos una Europa diferente". (Postman, Neil, 2004b).

Otro pensador, Jeremy Rifkin, en su última obra, Civilización Empática, nos recuerda que la imprenta conlleva el pensamiento lineal -que es distinto al pensamiento de la cultura oral- en la evolución de la conciencia humana y también conlleva el fortalecimiento de la noción de individuo autónomo, rasgo tan propio del sujeto moderno, en tanto el vínculo entre lector y libro es íntimo e individual -acto que es distinto al vínculo siempre colectivo propio de la cultura oral que precedió a la imprenta. 


Mientras en el ámbito socio-económico-institucional, sin la imprenta y sólo con "los códigos antiguos y las formas orales de la comunicación habría sido imposible organizar el espectacular aumento del ritmo, la velocidad, el flujo, la densidad y la conectividad de la actividad económica basada en la máquina de vapor alimentada con carbón" (Rifkin, 2010), todas características constitutivas de la sociedad moderna que emergió con la revolución industrial, así como habría sido históricamente imposible el cambio cultural asociado a las prácticas democráticas, la extensión de la escolaridad y la expansión de los conocimientos.



NOTA del bloguista:  Sin esa subjetividad individual que favoreció la imprenta y la lectura en silencio también habría sido concebir el discurso sobre los derechos individuales que aflorará en las revoluciones liberales. 

Lo mismo ahora, después de las TIC, ya no habitamos el mundo que teníamos antes de los sesenta del siglo XX, sino que desde ahí poco a poco emergen un conjunto de signos, entre otros las TIC con su revolución en las comunicaciones, que a muchos autores que observamos y reflexionamos sobre el presente como Historia nos permite afirmar que estamos viviendo un cambio de época histórico y un cambio cultural con ecos cualitativos, por lo que empezamos a habitar un planeta diferente, posmoderno en términos históricos, en el sentido de ser distinto a la cosmovisión hegemónica en la época histórica moderna.


Entre otros, Jeremy Rifkin, Morris Berman, Humberto Maturana, Francisco Varela, Fritjof Capra, Brian Swimme, Ken Wilber y Edgard Morin, desde sus respectivos campos develan que asistimos a un cambio de época. En lo personal tengo la convición que en el presente como Historia vivimos un proceso transicional que desde hace años vengo denominando una Neo-ilustración por su analogía con el proceso acaecido en los siglos XVII y XVIII. Pues así como esos siglos constituyentes de la modernidad fueron animados por el movimiento intelectual y creativo de la Ilustración, que ayer actuó como un nuevo paradigma social moderno y subversivo ante lo que era la agotada cosmovisión del mundo feudal-monarquico, las décadas post-sesenta del siglo 20 y las próximas décadas del siglo XXI están siendo y estarán animadas por el devenir creativo, diverso y fértil de un proceso de Neo-Ilustración que es portador de nuevas ideas y prácticas del paradigma social postmoderno históricamente constructivista (llámese paradigma sistémico, en red, ecológico, holístico, como sea). Este ha venido subvirtiendo desde sus desde sus respectivos campos develan que asistimos a un cambio de época.

Como ya hemos dicho, es radicalmente nuevo que con las TIC por primera vez tenemos una especie enredada como nunca antes en un omnicerebro de interconexiones electrónicas, una red de millones de redes de computadores en las que trafican desde las transacciones financieras y comerciales, son regulados los transportes y se cobijan las palabras, las imágenes y las emociones de hombres y mujeres en todas las lenguas. La red como la materialización de la Torre de Babel.

Con las TIC las interacciones humanas ya no sólo ocurren en la naturaleza o espacio físico (que era el lugar hegemónico de la sociedad agraria), ni tampoco sólo en el espacio de la polis (que era el lugar hegemónico de la sociedad industrial), sino que ahora se agrega el espacio virtual de la Telepolis o Tele-naturaleza que han creado las telecomunicaciones: una nueva sociedad de la velocidad y de la información, cuyo lugar hegemónico está en todas partes, en una virtualidad cuyo mejor símbolo es la TV o pantalla del computador como la nueva plaza pública.

Las luces del omnicerebro Internet
La Red nos interconecta en la memoria y en el acto. Si la tecnología es la prolongación de lo humano, así como las máquinas ampliaron nuestras capacidades físicas, las TIC amplían y cambian nuestras capacidades mentales.

Lo que hizo la imprenta fue sistematizar y extender por escrito el habla y el pensamiento, dotó a la humanidad de una mayor memoria y con la escritura reflejó en el papel blanco una manera lineal de pensar; hoy, por su parte, la red Internet es la síntesis de todos los medios precedentes para transmitir sentidos, incluida la palabra escrita y la palabra audiovisual, pues toda comunicación es siempre codificada y decodificada en última instancia por la Palabra -el sentido. La red nos inunda con toda la memoria de la especie y en simultáneo nos otorga una portentosa interconexión. La memoria y la instantaneidad del omnicerebro que es Internet operan como un “banco” planetario del código transgenético que en los hechos es el Lenguaje -Palabra para los individuos de la especie humana.

Para entender mejor esta analogía biológica quiero recordar aquí lo que ocurre genéticamente en ese reino de creatividad y cualidades evolutivas que son las bacterias. Las bacterias (los seres vivos más abundantes y más aptos en sobrevivencia) poseen una impresionante creatividad evolutiva: unos "individuos a otros", en una red global de intercambio genético (su propia “Internet biológica”), se pasan libremente rasgos hereditarios con un poder y una eficiencia increíble. Lynn Margulis y Dorion Sagan lo describen así: "en los últimos cincuenta años los científicos han observado que las bacterias transfieren rápida y rutinariamente distintos bits de material genéticos a otros individuos.

Cada bacteria dispone periódicamente del uso de genes accesorios, provenientes en ocasiones de muy diferentes linajes y que cubren funciones que quizás su propio ADN no podría desarrollar... Como resultado de esta habilidad (recombinación de ADN), todas las bacterias del mundo tienen acceso a un único banco de genes y por ende a los mecanismos de adaptación de todo el reino bacteriano. Según el bacteriólogo Sorin Sonea, estrictamente hablando las bacterias no deberían ser clasificadas en unas y otras especies, pues todos sus linajes pueden potencialmente compartir rasgos hereditarios y cambiar hasta un 15% de material genéticos en un día.? (Margulis, Lynn - Sagan, Dorión, 1992).

¿Por qué esta larga cita sobre la creatividad evolutiva de las bacterias? Porque su red planetaria de intercambio de información genética podría perfectamente compararse con la red planetaria -que ahora es Internet- de intercambio de bits con información de nuestra memoria-lenguaje. Desde que habitamos en nuestra única morada (el lenguaje, según Heidegger), siempre hemos contado con la creatividad evolutiva que nos otorga nuestro código transgenético (las palabras) para recombinar experiencias entre los individuos de la especie (pues la información es experiencia suspendida en las palabras). Lo inédito del presente es que con Internet ese intercambio se potencia hacia atrás y en el acto, recombinando nuestras experiencias de una manera aún impensada y que podría acelerar de manera también aún impensada nuestra creatividad evolutiva.

Sobre la base de esta comprensión de Internet como memoria planetaria de la humanidad, la Ley de Robert Metcalfe es sobrecogedora: P (n) = n2. P es potencia y n es la Net (la Red.) Metcalfe presentó esta fórmula en 1973, en su tesis doctoral para Harvard. Un ejemplo de la Ley de Metcalfe: 400 computadoras en red tienen el poder de 400 x 400 y no del 390 + 1. Es decir, cada usuario dispone de 160 mil aparatos y sus programas. Cuando su PC está en Internet su disco duro es la red. Cada usuario que se conecta tiene bajo la punta de sus dedos la totalidad de los programas y poderes de los millones de computadores entrelazados. Más allá del debate en la comunidad científica sobre si la Ley de Metcalfe sobreestima el valor de las conexiones añadidas (tesis de Andrew Odlyzko y Benjamin Tilly ) o si las subestima, que es la tesis de la Ley de Reed, de David P. Reed8, lo inequívoco es que a disposición del usuario de Internet se encuentra todo el conocimiento humano y la capacidad de crear con él. Como hemos reiterado, la Red, por llevar y distribuir todos los sentidos, todos los lenguajes, es y será cada vez más la memoria global de la humanidad.

La Red favorece una nueva manera de pensar integrativa
También de consecuencias evolutivas insospechadas resulta el hecho que la interfase de la pantalla del computador es no lineal. A la memoria de la red Internet cada uno de nosotros accede a través de un proceso de interconexiones simultáneas. Esto no es trivial, pues progresivamente debería implicar un cambio cualitativo en las nuevas generaciones que están aprendiendo a pensar con las TIC, ya que la simultaneidad, la interfaz gráfica y el hipertexto favorecen una nueva manera de pensar integrativa, sistémica, no lineal, que podría estar mejor preparada para lidiar con la complejidad real del mundo.

Por lo mismo, a diferencia del pensar lineal -causal y de izquierda a derecha-, propio de la época histórica moderna, que emergió y se ha desarrollado junto a la imprenta, la nueva manera de pensar que anuncia Internet y que ya se aprecia embrionariamente en las nuevas generaciones, es cada vez más no lineal, integrativa y sistémica, en ese sentido más emparentada con la cultura oral -no lineal- que con la cultura escrita -lineal-.

Claro que lo potente, inédito y desafiante en este nuevo escenario histórico, es que con Internet es posible -si acaso asumimos con sabiduría sus luces y sombras- contener lo mejor de ambas culturas, de nuestra memoria, la oral y escrita, cuya mejor síntesis son las potencialidades audiovisuales que la red ofrece.

Las sombras del omnicerebro Internet
Como escribimos antes, cualquier tecnología conlleva su propio perjuicio. Por ejemplo, si en una cultura oral a través de proverbios, refranes y canciones se mantenía y transmitía la sabiduría de una comunidad, obviamente que allí el ejercicio de la memoria era relevante al menos entre los sujetos portadores de esa sabiduría. En cambio, en la era de la imprenta, en desmedro del ejercicio de la memoria, pues ya no se memorizan los proverbios, refranes y canciones, sino que se escriben, se otorga mayor relevancia a la organización lógica y al análisis sistemático. Como se lee, la riqueza del ejercicio de la memoria en la cultura oral es perjudicado en la cultura escrita, que conlleva sin embargo otras fortalezas. Asimismo, hoy, Internet junto a sus luces, conlleva potenciales perjuicios -por sus sombras- a lo que eran fortalezas de antiguas formas de comunicación.

La eventual pérdida de la sabiduría
En tanto vivimos en una relación y estado de ánimo acrítico con las TIC, no nos cuestionamos mayormente que las personas hoy tienden a valorar más la velocidad.

Entre las nuevas generaciones en la comunicación todo debe ser rápido, instantáneo, breve, desdeñan el silencio de la espera, la introspección, la calma reflexiva y la exposición serena de los argumentos. Tanto así que en países como Chile incluso la política -que es la reflexión y acción sobre la res (cosa) pública-, hoy (¿empobreciéndose?) encuentra un espacio preferencial en Twitter y sus 140 caracteres.

Con las TIC, hoy las personas valoran más lo inmediato, el aquí y el ahora, desdeñando la memoria y los hechos históricos. Con las TIC se valora la masificación y la instantaneidad de la información, el dato específico, la información especializada y acotada a un determinado dominio del conocimiento. En suma, se valora más la información cuantitativa del árbol que el conocimiento cualitativo del bosque.

De esa manera, con las TIC la sabiduría es cada vez más un concepto menos valorado y podría llegar a desaparecer. Si consideramos que en la vida práctica siempre la sabiduría ha sido considerada sinónimo de la prudencia que surge de una inteligencia aplicada, que se desarrolla con la experiencia, con la memoria activa y de largo plazo, dada por el conocer los antecedentes y la historia de cualquier deriva, y que es lo opuesto a la ausencia de reflexión, aquella aceleración atropelladora que linda con la tontera; es obvio entonces que debido a la actual sobrevaloración de algunas cualidades de las TIC -como la velocidad y lo instantáneo-, éstas podrían estar contribuyendo a una valoración cada vez menor de la sabiduría, cualidad tan relevante en todas las anteriores sociedades humanas.

La sombra de la libertad de nuestra sombras en Internet
Cuándo algunos miran de soslayo u horrorizados los riesgos morales y los peligros a la integridad de niños y niñas en Internet, causados por sitios pornográficos a la mano de todos o por las redes sociales que pueden usar pedófilos para “seducirles”, o bien cuándo otros con pose autoritaria cuestionan la libertad en la red para que quien quiera emita lo que quiera en su seno, o bien terceros observan con ajena distancia la posibilidad de suplantaciones de identidad, de generar olas de rumores y de mentiras en la red; casi nunca nos detenemos a reflexionar que esas potenciales sombras éticas están profundamente imbricadas con nuestra propia sombra. Me explico, la libertad de Internet no puede ser de otra manera si llevamos hasta las últimas consecuencias lo que en este ensayo hemos reiterado: que Internet es lo más parecido a un supra-cerebro humano, con sus luces y sombras.

Si la Red todo lo cobija, si es la memoria global de la humanidad y es también su mega-conciencia en acto, pues bien, siendo así, obviamente que la Red no puede dejar de ser un reflejo-espejo de la propia complejidad del cerebro y de la conciencia humana, con sus luces y sombras. Como nos interpela el poeta Nicanor Parra en su célebre Autorretrato: cada uno de nosotros, hombre o mujer, somos “un embutido de ángel y bestia”, luego es imposible que entre los pliegues de cada bits en la Red no asome también la bestia co-existiendo siempre con el ángel.

Si queremos continuar con lo que hasta ahora han sido las más iluminadoras luces de la red -su libertad de acceso y creativa, su memoria - totalidad, su potencia para el saber y el conocer-, tendremos que aprender a lidiar con responsabilidad con su sombra. Precisamente en esa tensión se juega una vez más la libertad de cada uno, el buen juicio y la sabiduría; nuestra responsabilidad radica en lo que queramos potenciar y usar, ya sea la luz o la sombra, en cómo enseñemos a las nuevas generaciones a vivir en y con las TIC, cómo, igual que en la vida y en nuestra interioridad, aprendemos a optar en la humana ambigüedad que proyectamos en la Red. La sombra de Internet y de las TIC es la proyección de nuestras propias sombras, por eso el desafío evolutivo una vez más se nos devuelve al interior de cada uno.

La pérdida de la riqueza del lenguaje escrito
Con las TIC ocurre una pérdida que es ya evidente en las nuevas generaciones. La cultura escrita, junto al pensar lineal, nos otorgó la disciplina de la forma alfabética, el rigor de la sintaxis y la bella ambigüedad de la semántica. El lenguaje, si bien evolucionaba con el habla, se reproducía bajo el respeto de esos códigos formales y semánticos.

Hoy en cambio, el hipertexto, la velocidad y el ensimismamiento que conlleva el habla virtual y no lineal del chat en las TIC, por ejemplo, pese a ser escrita en el teclado del computador o del teléfono celular, siempre degrada la forma alfabética, corrompe la sintaxis y por carencia de estilo tiende a veces a eliminar la ambigüedad (cuando lo breve se une con la escasez de sentidos) y en otras a aumentarla con un “ruido semántico” que puede alcanzar niveles críticos (cuando lo breve y la velocidad se unen con la exigencia de riqueza de sentidos).

De esta manera, en una observación crítica surgen varias preguntas: ¿será necesariamente la evolución en las TIC sinónimo de pérdida de la tradicional riqueza del lenguaje escrito y hablado?. ¿Debemos sólo observar pasivamente esa pérdida potencial, o bien promover la oralidad y lo audiovisual que permiten las TIC, pero sin renunciar al rigor, la riqueza y disciplina sistemática especifica que nos ofrecía la cultura del lenguaje escrito? Son preguntas que sin duda hay que hacerse a la hora de reflexionar respecto al uso de las TIC en las organizaciones (en especial en las empresas, las escuelas y en el hogar).
* Doctorando Comunicación Organizacional: Universidad de Málaga, España hernan.dinamarca@gmail.com www.hernandinamarca.cl // (Fuente:www.razonypalabra.org.mx)

El nuevo “sistema-mundo”, de Ignacio Ramonet


Fuente: Le Monde diplomatique (Nº: 192 Octubre 2011)

Cuando se acaban de cumplir diez años desde los atentados del 11 de septiembre y tres años desde la quiebra del banco Lehman Brothers ¿cuáles son las características del nuevo “sistema-mundo”?

La norma actual son los seísmos. Seísmos climáticos, seísmos financieros y bursátiles, seísmos energéticos y alimentarios, seísmos comunicacionales y tecnológicos, seísmos sociales, seísmos geopolíticos como los que causan las insurrecciones de la “Primavera árabe”

Hay una falta de visibilidad general. Acontecimientos imprevistos irrumpen con fuerza sin que nadie, o casi nadie, los vea venir.

  1. Si gobernar es prever, vivimos una evidente crisis de gobernanza. Los dirigentes actuales no consiguen prever nada. La política se revela impotente. 
  2. El Estado que protegía a los ciudadanos ha dejado de existir. 
  3. Hay una crisis de la democracia representativa: “No nos representan”, dicen con razón los “indignados”. 
  4. La gente constata el derrumbe de la autoridad política y reclama que ésta vuelva a asumir su rol conductor de la sociedad por ser la única que dispone de la legitimidad democrática
  5. Se insiste en la necesidad de que el poder político le ponga coto al poder económico y financiero
  6. Otra constatación: una carencia de liderazgo político a escala internacional. Los líderes actuales no están a la altura de los desafios.

Los países ricos (América del Norte, Europa y Japón) padecen el mayor terremoto económico-financiero desde la crisis de 1929. Por primera vez, la Unión Europea ve amenazada su cohesión y su existencia. Y el riesgo de una gran recesión económica debilita el liderazgo internacional de Norteamérica, amenazado además por el surgimiento de nuevos polos de poderío (China, la India, Brasil) a escala internacional.

En un discurso reciente, el Presidente de Estados Unidos anunció que daba por terminadas “las guerras del 11 de septiembre”, o sea las de Irak, de Afganistán y contra el “terrorismo internacional” que marcaron militarmente esta década. Barack Obama recordó que “cinco millones de Americanos han vestido el uniforme en el curso de los últimos diez años”. A pesar de lo cual no resulta evidente que Washington haya salido vencedor de esos conflictos. Las “guerras del 11 de septiembre” le costaron al presupuesto estadounidense entre 1 billón (un millón de millones)  y 2,5 billones de dólares. Carga financiera astronómica que ha tenido repercusiones en el endeudamiento de Estados Unidos y, en consecuencia, en la degradación de su situación económica.

Esas guerras han resultado pírricas. En cierta medida, finalmente, Al Qaeda se ha comportado con Washington de igual modo que Reagan lo hizo con respecto a Moscú cuando, en los años 1980, le impuso a la URSS una extenuante carrera armamentística que acabó agotando al imperio soviético y provocando su implosión. El “desclasamiento estratégico” de Estados Unidos ha empezado.

En la diplomacia internacional, la década ha confirmado la emergencia de nuevos actores y de nuevos polos de poder sobre todo en Asia y en América Latina. El mundo se “desoccidentaliza” y es cada vez más multipolar. Destaca el rol de China que aparece, en principio, como la gran potencia en ciernes del siglo XXI. Aunque la estabilidad del Imperio del Medio no está garantizada pues coexisten en su seno el capitalismo más salvaje y el comunismo más autoritario. La tensión entre esas dos fuerzas causarà, tarde o temprano, una fractura. Pero, por el momento, mientras declina el poderío de Estados Unidos, el ascenso de China se confirma. Ya es la segunda potencia economica del mundo (por delante de Japón y Alemania). Además, por la parte importante de la deuda estadouninese que posee, Pekín tiene en sus manos el destino del dólar…

El grupo de Estados gigantes reunidos en el BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) ya no obedece automáticamente a las consignas de las grandes potencias tradicionales occidentales (Estados Unidos, Reino Unido, Francia) aunque éstas se sigan autodesignando como “comunidad internacional”. Los BRICS lo han demostrado recientemente en las crisis de Libia y de Siria oponiéndose a las decisiones de las potencias de la OTAN y en el seno de la ONU.

Decimos que hay crisis cuando, en cualquier sector, algún mecanismo deja de pronto de funcionar, empieza a ceder y acaba por romperse. Esa ruptura impide que el conjunto de la maquinaria siga funcionando. Es lo que está ocurriendo en la economía desde que estalló la crisis de las sub-primes en 2007.

Las repercusiones sociales del cataclismo económico son de una brutalidad inédita: 23 millones de parados en la Unión Europea y más de 80 millones de pobres… Los jóvenes aparecen como las víctimas principales. Por eso, de Madrid a Tel Aviv, pasando por Santiago de Chile, Atenas y Londres, una ola de indignación levanta a la juventud del mundo.

Pero las clases medias también están asustadas porque el modelo neoliberal de crecimiento las abandona al borde del camino. En Israel, una parte de ellas se unió a los jóvenes para rechazar el integrismo ultraliberal del Gobierno de Benjamín Netanyahu.

El poder financiero (los “mercados”) se ha impuesto al poder político, y eso desconcierta a los ciudadanos. La democracia no funciona. Nadie entiende la inercia de los gobiernos frente a la crisis económica. La gente exige que la política asuma su función e intervenga para enderezar los entuertos. No resulta fácil; la velocidad de la economía es hoy la del relámpago, mientras que la velocidad de la política es la del caracol. Resulta cada vez más dificil conciliar tiempo económico y tiempo político. Y también crisis globales y gobiernos nacionales.

Los mercados financieros sobrerreaccionan ante cualquier información, mientras que los organismos financieros globales (FMI, OMC, Banco Mundial, etc.) son incapaces de determinar lo que va a ocurrir. Todo esto provoca, en los ciudadanos, frustración y angustia. La crisis global produce perdedores y ganadores. Los ganadores se encuentran, esencialmente, en Asia y en los países emergentes, que no tienen una visión tan pesimista de la situación como la de los europeos. También hay muchos ganadores en el interior mismo de los países occidentales cuyas sociedades se hallan fracturadas por las desigualdades entre ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres.

En realidad, no estamos soportando una crisis, sino un haz de crisis, una suma de crisis mezcladas tan intimamente unas con otras que no conseguimos distinguir entre causas y efectos. Porque los efectos de unas son las causas de otras, y asi hasta formar un verdadero sistema. O sea, nos enfrentamos a una crisis sistémica del mundo occidental que afecta a la tecnología, la economía, el comercio, la política, la democracia, la guerra, la geopolítica, el clima, el medio ambiente, la cultura, los valores, la familia, la educación, la juventud, etc.

Vivimos un tiempo de “rupturas estratégicas” cuyo significado no comprendemos. Hoy, Internet es el vector de la mayoría de los cambios. Casi todas las crisis recientes tienen alguna relación con las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información. Los mercados financieros, por ejemplo, no serían tan poderosos si las órdenes de compra y venta no circulasen a la velocidad de la luz por las autopistas de la comunicación que Internet ha puesto a su disposición. Más que una tecnología, Internet es pues un actor de las crisis. Basta con recordar el rol de WikiLeaks, Facebook, Twitter en las recientes revoluciones democráticas en el mundo árabe.

Desde el punto de vista antropológico, estas crisis se están traduciendo por un aumento del miedo y del resentimiento. La gente vive en estado de ansiedad y de incertidumbre. Vuelven los grandes pánicos ante amenazas indeterminadas como pueden ser la pérdida del empleo, los choques tecnológicos, las biotecnologías, las catástrofes naturales, la inseguridad generalizada… Todo ello constituye un desafio para las democracias. Porque ese terror se transforma a veces en odio y en repudio. En varios países europeos, ese odio se dirige hoy contra el extranjero, el inmigrante, el diferente. Está subiendo el rechazo hacia todos los “otros” (musulmanes, gitanos, subsaharianos, “sin papeles”, etc.) y crecen los partidos xenófobos.

Otra grave preocupación planetaria: la crisis climática. La conciencia del peligro que representa el calentamiento general se ha extendido. Los problemas ligados al medio ambiente se están volviendo altamente estratégicos. La próxima Cumbre mundial del clima, que tendrà lugar en Rio de Janeiro en 2012, constatarà que el número de grandes catástrofes naturales ha aumentado así como su carácter espectacular. El reciente accidente nuclear de Fukushima ha aterrorizado al mundo. Varios gobiernos ya han dado marcha atrás en materia de energía nuclear y apuestan ahora –en un contexto marcado por el fin próximo del petróleo– por las energías renovables.

El curso de la globalización parece como suspendido. Se habla cada vez más de desglobalización, de descrecimientoEl péndulo había ido demasiado lejos en la dirección neoliberal y ahora prodría ir en la dirección contraria. Ya no es tabú hablar de proteccionismo para limitar los excesos del libre comercio, y poner fin a las deslocalizaciones y a la desindustrialización de los Estados desarrollados. Ha llegado la hora de reinventar la política y de reencantar el mundo.

lunes, 19 de septiembre de 2011

¿En qué ha quedado el proyecto de la Ilustración? ¿Por qué?

Muchos hablan de un Occidente desfalleciente en el que el sueño de la Ilustración parece estar acabando consumido por la desconfianza y la desafección a las instituciones que lo encarnan y un clima de desazón e incertidumbre que lo corroe todo. ¿Por qué?. ¿Los indignados del 15-m pueden representar una puerta a la esperanza? ¿Qué debemos hacer?


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